Cuando la realidad supera la ficción
Nehemías 2
Hay realidades que superan nuestro entendimiento. Las catástrofes
naturales son un ejemplo de ello. Hay catástrofes naturales en las que
vemos la potencia de Dios y la incapacidad del ser humano para hacerles
frente. Por más que el ser humano se esfuerce por controlar la
naturaleza, a la manera que sólo Dios puede hacerlo, siempre fracasa. Un
ejemplo de este infructuoso intento es el de los japoneses, que
construyendo grandes murallas, intentaron detener un posible tsunami.
Dios envió olas tan fuertes y grandes, que los cimientos más profundos
de dicha muralla cedieron, y el mar arrasó con todo a su paso. Una vez
más, el orgullo humano fue pisoteado.
Nehemías representa lo contrario a esta actitud orgullosa de
los japoneses. Nehemías se entristece al ver su ciudad destruida y esto
es notado por el rey, quien nunca antes lo había visto triste, y al
interpelarlo el rey, Nehemías manifiesta su dolor y temiendo la
respuesta del rey, ora a Dios, en un acto de humildad que lo reconoce
como el único capaz de ayudarlo, puesto que sabía que por sus propias
fuerzas no podría sacar a su pueblo adelante. (Neh. 2: 1-5).
El rey escucha atento a las peticiones de Nehemías y le otorga a éste
el permiso y lo que necesita para viajar, Nehemías reconoce todos estos
beneficios como parte de la buena voluntad de Dios con él, nuevamente
en un acto de humildad, declarando con su actitud que Dios está por
sobre el rey, puesto que es Él quien realmente le abre las puertas.
(Neh. 2: 6-8).
Por otra parte, Nehemías demuestra un compromiso absoluto
por el llamado de Dios, puesto que se levantó de su tristeza por amor a
su pueblo y gracias a la ayuda divina que recibió, animando a todos
quienes formaban parte de la obra. (Neh. 2: 9-17).
Nehemías anima a su pueblo y reconoce ante ellos que Dios
está permanentemente con él. Aquí vemos cómo un corazón dispuesto es
mirado por Dios y usado por Él.
Debemos servir a Dios donde Él nos mande. Dejar la soberbia y
nuestros temores de lado, siguiendo el ejemplo de Nehemías. Animémonos y
tengamos valor. Dios nos quiere viviendo de rodillas, en actitud de
humildad, y Él siempre nos prosperará. (Neh. 2: 18-20).
Pbro. Juan Carlos Lorca
Apuntes: Claudia Guiñez
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