¿Cuando llega la oposición qué hacemos? 

Nehemías 4 y 6: Actitud para no decaer frente a los obstáculos del enemigo

            Construir es difícil, pero re-construir lo es aún más, porque hay escombros, desolación y tristeza. Da la sensación de que no hay nada que hacer y aparece el desánimo. Nehemías logró movilizar a su pueblo, los dirigió sin restar a ninguno. Pero cuando logró que el pueblo dijera ¡manos a la obra! y empezaran a re-construir, apareció el enemigo, para impedir con todas sus armas que se pudiera iniciar la obra.
            Llegó la oposición de manos de los samaritanos, amonitas y árabes, que atacaron al pueblo con burla y escarnio, ira y desprecio, con intenciones de hacerlo sentir incapaz (Neh. 4: 1-3). Pero Sanbalat, Tobías y Gesem no eran los verdaderos enemigos de Nehemías y su pueblo, era Satanás. Él es el rey de la burla y el escarnio, y una de sus mejores armas es avergonzar y menospreciar a los hijos de Dios (Neh. 4: 1-3), y para esto le sobra mano de obra, puesto que donde quiera que vayamos, siempre encontraremos enemigos.
            Nehemías reaccionó confiando en la prosperidad del Señor. El enemigo no logró desanimarlo en este primer intento. Pero esta vez, Nehemías no sólo oró al Señor, sino que también reaccionó. También puso vigilantes, y nunca dejó de construir el muro para prepararse para una batalla, cosa que hubiese esperado el enemigo, que detuviera la obra. Esto nos enseña que tenemos que estar siempre vigilantes, atentos a lo que nos puede suceder, puesto que cada vez que emprendamos un proyecto para la gloria de Dios, aparecerá el enemigo con sus armas.
            El enemigo empieza sutilmente, pero cuando esto no funciona, utiliza la fuerza. Los enemigos de Nehemías se encolerizaron cuando vieron que los muros se levantaban, e hicieron una conspiración para atacar a Nehemías (Neh. 4: 7-8). De esta forma vemos cómo Satanás en su oposición va cerrando poco a poco el círculo, hasta querer atentar contra la propia vida.
            Satanás comenzó a atacar a Nehemías desde adentro, con desánimo al interior del mismo pueblo, dejándolos sin saber qué hacer, y haciéndolos sentir cansados. Además, Nehemías también tuvo que luchar contra el egoísmo y la codicia que trataban de aportillar la obra de la re-construcción. En esta difícil situación que debió enfrentar Nehemías, vemos la astucia del enemigo, quien despliega la oposición por dentro y por fuera. Más de diez veces vinieron los judíos a Nehemías, sembrando el desánimo, pero una vez más, Nehemías puso esta situación delante del Señor, dando muestras de un valor constante, quien aún con toda esa oposición, junto al pueblo pudo re-construir la muralla y el templo en 52 días.
            Nosotros también debemos ser valientes y no caer en desánimo ante los obstáculos que nos pone el enemigo. Debemos pedir siempre la dirección de Dios, y tal como Nehemías, ante toda oposición para la obra del Señor, debemos presentarla delante de Él en oración y no detenernos. Oración y trabajo, ambas en conjunto y un valor constante, esta es la actitud que debemos adoptar cuando llega el enemigo.

Pbro. Ana M. Rojas

Apuntes: Claudia Guiñez.

3: ¡Manos a la obra! Pasos para re-construir nuestra historia

Nehemías 3

         Entonces les declaré cómo la mano de mi Dios había sido buena sobre mí, y asimismo las palabras que el rey me había dicho. Y dijeron: Levantémonos y edifiquemos. Así esforzaron sus manos para bien”. (Neh. 2:18)… 3.1 Entonces se levantó el sumo sacerdote Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron la puerta de las Ovejas. Ellos arreglaron y levantaron sus puertas hasta la torre de Hamea, y edificaron hasta la torre de Hananeel… 3.31 Después de él restauró Malquías hijo del platero, hasta la casa de los sirvientes del templo y de los comerciantes, enfrente de la puerta del Juicio, y hasta la sala de la esquina. 3.32 Y entre la sala de la esquina y la puerta de las Ovejas, restauraron los plateros y los comerciantes.”

            El Señor nos permite levantarnos para re-construir nuestra historia personal y también la de Maranata, y además nos enseña cómo hacerlo, siguiendo 3 pasos:

1) Tener disposición para re-construir. (2.18)
            La disposición para re-construir no es humana, la coloca Dios en el corazón de los hombres. Y así como el pueblo de Israel se encontraba postrado en la tristeza sin que un ser humano los pudiera levantar, el único que puede levantarnos y re-construir los muros de nuestra vida es Cristo. Es Él quien re-construyó los muros de Israel ¡Entonces levantémonos! El pueblo de Dios puede hacerlo a través de Cristo. Todos tenemos que levantarnos de nuestras caídas de la vida diaria. Somos piedras vivas, por lo tanto, debemos ser capaces de re-construirnos, puesto que Dios está con nosotros y nos ha dado los dones necesarios para hacerlo. Pero debemos dejar de estar ensimismados y edificar todos juntos.

2) Ser capaces de trabajar todos y con todos. (3. 31)
            Los que primero deben levantarse, y levantar al resto, son los encargados de la vida espiritual del pueblo: los sacerdotes, tal como nos enseña el libro de Nehemías (Neh. 3:1). En nuestro caso, esta labor la deben cumplir los oficiales de nuestra Iglesia, quienes son los encargados de edificar y levantar la Iglesia.
            Hubo mucha gente involucrada en la re-construcción del Israel. Todos ellos participando como mano de obra, dejando de lado sus propios oficios, y motivados por un mismo objetivo: Re-construir su identidad y su historia. De esta forma, la Palabra nos dice que TODOS somos parte de la re-construcción del muro. Todos y cada uno de nosotros tenemos un lugar en la re-construcción. Todos deben ser amados y considerados.

3) Re-construir a la manera de Dios. (3.32)
            El texto nos habla de la construcción de muchas puertas, cada una con una función, las cuales se fueron construyendo por etapas en las que todos participaban, y esta tarea no les llevó más de dos meses.
            Debemos comprender que la re-construcción es en el tiempo y a la manera de Dios, y no a partir de nuestros parámetros, como muchas veces pensamos. Todos juntos, en las etapas, el tiempo y a la manera que Dios quiere, por su soberana voluntad. Así es como debemos estar dispuestos a trabajar.    

Rev. Alejandro Lara Núñez

 Apuntes: Claudia Guiñez

Cuando la realidad supera la ficción
 
Nehemías 2

Hay realidades que superan nuestro entendimiento. Las catástrofes naturales son un ejemplo de ello. Hay catástrofes naturales en las que vemos la potencia de Dios y la incapacidad del ser humano para hacerles frente. Por más que el ser humano se esfuerce por controlar la naturaleza, a la manera que sólo Dios puede hacerlo, siempre fracasa. Un ejemplo de este infructuoso intento es el de los japoneses, que construyendo grandes murallas, intentaron detener un posible tsunami. Dios envió olas tan fuertes y grandes, que los cimientos más profundos de dicha muralla cedieron, y el mar arrasó con todo a su paso. Una vez más, el orgullo humano fue pisoteado.
        Nehemías representa lo contrario a esta actitud orgullosa de los japoneses. Nehemías se entristece al ver su ciudad destruida y esto es notado por el rey, quien nunca antes lo había visto triste, y al interpelarlo el rey, Nehemías manifiesta su dolor y temiendo la respuesta del rey, ora a Dios, en un acto de humildad que lo reconoce como el único capaz de ayudarlo, puesto que sabía que por sus propias fuerzas no podría sacar a su pueblo adelante. (Neh. 2: 1-5).

El rey escucha atento a las peticiones de Nehemías y le otorga a éste el permiso y lo que necesita para viajar, Nehemías reconoce todos estos beneficios como parte de la buena voluntad de Dios con él, nuevamente en un acto de humildad, declarando con su actitud que Dios está por sobre el rey, puesto que es Él quien realmente le abre las puertas. (Neh. 2: 6-8).
            Por otra parte, Nehemías demuestra un compromiso absoluto por el llamado de Dios, puesto que se levantó de su tristeza por amor a su pueblo y gracias a la ayuda divina que recibió, animando a todos quienes formaban parte de la obra. (Neh. 2: 9-17).

            Nehemías anima a su pueblo y reconoce ante ellos que Dios está permanentemente con él. Aquí vemos cómo un corazón dispuesto es mirado por Dios y usado por Él.
Debemos servir a Dios donde Él nos mande. Dejar la soberbia y nuestros temores de lado, siguiendo el ejemplo de Nehemías. Animémonos y tengamos valor. Dios nos quiere viviendo de rodillas, en actitud de humildad, y Él siempre nos prosperará. (Neh. 2: 18-20).

Pbro. Juan Carlos Lorca

Apuntes: Claudia Guiñez

Noticias que conmueven y su forma de enfrentarlas


 Nehemías 1

      Hay noticias que nos perturban y nos hacen decaer. Noticias que sacuden nuestro mundo y nos provocan el deseo de replegarnos en nosotros mismos, en nuestro dolor.
      También podemos recibir este tipo de noticias dentro de nuestra congregación y ver amenazadas la motivación y unión fraterna de sus miembros si no sabemos de qué manera afrontarlas.
      En el libro de Nehemías, específicamente en el capítulo 1, vemos a un gran lider que se entera de las penas que su pueblo está sufriendo a causa del pecado. Por su pecado, Jerusalén y sus habitantes habían caído en la cautividad babilónica. La ciudad fue en gran parte destruida, y los habitantes que quedaron de la cautividad, se encontraban en muy malas condiciones. Nehemías al enterarse de todo esto, sufre por su pueblo: “Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos”. (Neh. 1:4).
      Dios nos enseña a través de Nehemías a recibir este tipo de noticias que nos estremecen. Nehemías se detuvo, no continuó con su vida sin reflexionar antes. Se sentó y lloró. Se tomó el tiempo necesario para sufrir, pero también para oír todo lo que implicaba dicha noticia, el mensaje de Dios contenida en ella.

¿Cómo debemos nosotros recibir una noticia que nos conmueve?

            En primer lugar debemos saber oír, sentarnos y llorar. Es decir, cambiar nuestra actitud. Dejar por un momento lo que sea que estemos haciendo y recibir la noticia y su mensaje con todo nuestro ser. Por otra parte, Nehemías hizo duelo, sufrió por las pérdidas vividas por su pueblo. También ayunó y oró. Se consagró y se entregó a Dios Padre con súplica, humillado ante Él, ayunando para estar en mayor comunión con Él. Y el modelo de oración que debemos seguir, según lo que se desprende del texto de Nehemías es mediante alabanzas y confesión de pecados, es decir, reconociendo a Dios como soberano, todopoderoso, fiel, misericordioso y oidor; y al hombre como corrupto, desobediente y poco comprometido (Neh. 1:5-7). Pero finaliza su oración recordando todas las promesas divinas que siempre redundan para bien. Esto último nos enseña especialmente a orar y clamar con fe en el gran amor, misericordia y justicia con la que Dios obra en nuestras vidas, reconociendo en toda noticia y acontecer de nuestras vidas, por triste o catastrófica que nos parezca en un principio, como un evento que no escapa de la total soberanía de Dios, y que lleva consigo un mensaje y una enseñanza para nuestras vidas, y el consuelo en su eterna promesa, de recogernos y levantarnos, por muye dispersos que nos encontremos, porque somos su pueblo amado (Neh. 1:8-9).


Toda noticia que conmueve nuestra alma, tiene un propósito, glorificar a Dios

Rev. Alejandro Lara Núñez

Apuntes: Claudia Guiñez.