Juan 4: 38-42. 

Juan 4:38-42

Reina-Valera 1960 (RVR1960)
38 Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores.     39 Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.
    40 Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días.
    41 Y creyeron muchos más por la palabra de él,
    42 y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.


Delante de su presencia somos descubiertos, develados, desnudados, tal como le sucedió al a mujer samartiana en el versículo 39."me dijo todo lo que he hecho". Delante de él, sabemos lo que hemos hecho. Cuando él se refleja y aparece delante de uno, nos humilla.
  • Si no estamos siendo descubiertos, no estamos ante la presencia del Señor. Cuando eso sucede, provoca algo en uno; una inquietud profunda y además una necesidad de compartir lo que está sucediendo.
  • Cuando Cristo aparece, muestra toda su bondad, misericordia y gracia. Es tan amoroso que atiende, escucha y se queda a compartir con nosotros.
  • Es un llamado para nosotros, debemos hacer eso, a diferencia de lo que solemos hacer, no nos quedamos, siempre estamos apurados.
 Así que, démonos el tiempo  para que la presencia de Cristo llegue a ese lugar. A lo mejor esto significará una o dos horas menos de sueño, tal vez significará gastar en un pasaje más. Sin embargo, vemos como en el versículo 42.  Porque Jesús se quedó a compartir, ya no sólo creyeron por el testimonio de la mujer Samaritana, sino que por él mismo.

¿Está provocando esto en mi vida la presencia de Cristo?

Su presencia es un continuo.

Rvdo. Alejandro Lara

Apuntes: Rayen Gajardo









Juan 4: 35-38

“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores”.

Como Iglesia debemos despertar a una realidad que está más allá de lo evidente. El Señor nos llama a alzar los ojos y a mirar los campos listos para la ciega. Esta es una realidad que podemos ver muy cerca nuestro, en nuestros lugares de trabajo o estudio, e incluso en nuestros propios hogares. Los campos blancos son todos aquellos escogidos por Dios para ser llamados. Son aquellos que necesitan de Su gracia y misericordia. Y para nosotros pueden pasar desapercibidos si no nos disponemos a mirar más allá de nosotros mismos.

El Señor nos llama a despertar en primer lugar, a una realidad espiritual y sobrenatural, una realidad divina. Sin embargo, la única forma de que veamos más allá de nuestros sentidos es que haya alguien dentro nuestro que nos permita verlo. Esto es trabajo del Espíritu Santo y del Señor Jesucristo que obran en nuestro corazón. Sin su ayuda, es imposible que podamos despertar a la realidad espiritual. Pero como nosotros sí tenemos a Cristo y al Espíritu Santo, tenemos la facultad de ver más allá, y sólo tenemos que ver a cada persona a nuestro alrededor como un campo y confiar en que el Señor será quien nos indique si es un campo blanco.
En segundo lugar, el Señor nos manda a despertar para cosechar, puesto que hay personas que necesitan de Cristo allá afuera, la sociedad entera necesita ser transformada por Cristo, y es nuestro deber como sus embajadores llevar su mensaje. Sin embargo, somos perezosos ante este mandato, y en nuestro egoísmo nos conformamos con tener a Cristo en nuestras vidas, y vemos este mandato como algo que requiere demasiado esfuerzo, que nos incomoda o no nos sentimos capacitados para ello. Pero lo cierto es que la cosecha produce gran satisfacción en nosotros, deleite. Puesto que el fruto cosechado no es cualquier cosa, son personas para salvación y vida eterna. 
Es por esto que en tercer lugar, el Señor nos llama a despertar para disfrutar de la cosecha (Juan 4:36-38) y a compartir con Él la alegría por los frutos. La Iglesia y cada uno de nosotros individualmente debemos despertar y disfrutar, deleitarnos en la extensión del reino, y alegrarnos porque éste es un deleite que no termina, puesto que la cosecha es constante y la satisfacción es continua.

Alcemos nuestros ojos como Iglesia, y veamos a todas esas personas que necesitan aquello que ha transformado nuestras vidas. Miremos más allá de nuestra propia comodidad y placer, y compartamos con el Señor la alegría de cosechar Sus nuevos frutos.

Rvdo Alejandro Lara.
Apuntes: Claudia Guiñez





Juan 4: 31-34

            “Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”.

            El contexto de estos versículos nos muestra que Jesús y sus discípulos tuvieron un largo camino que recorrer, en el que ya cansados, les surgieron necesidades de comida y bebida. Es en este contexto donde los discípulos, sabiendo lo largo que había sido el viaje y habiendo ido a buscar provisiones, le dicen a Jesús “Rabí, come” porque sabían que no había comido ni bebido nada. Pero Jesús les responde que su alimento es otro, uno que no es terrenal. De esta forma, da cuenta que su deleite y su satisfacción no están en el mundo.

            ¿Qué significa para nosotros el deleite, el placer, la satisfacción?
Deleite significa placer, lo que satisface nuestras necesidades básicas y llena nuestras vidas. Para algunos el deleite significa tener grandes lujos, para otros es el dinero y el estatus político-económico; también pueden ser para algunos las redes sociales, la comida, o el sexo como plenitud de vida; el alcohol y las drogas porque nos hacen sentir mejor o mostrar una personalidad socialmente deseable; para otros pueden ser las relaciones familiares o con amigos; y para muchos otros el trabajo.
Los seres humanos llevamos una vida de deleite y lo buscamos a diario en las cosas terrenales. Sin embargo, lo que la Palabra de Dios nos dice respecto a esto es:

1. El deleite es espiritual.

            Jesús, al responderle a sus discípulos, les dice que su gozo, su placer, no tiene que ver con algo terrenal. Nos llama a poner los ojos en las cosas de arriba. Jesús nos enseña que su deleite es fuera de serie, no se centra en lo terrenal, pues esto es muy fugaz.

2. El deleite se encuentra en la obediencia.

            Hacer la voluntad del Padre. El placer y deleite de Cristo es algo que debemos aprender. Nuestro deleite tiene que ser en Dios, con Dios, por Dios y para Dios. Tiene que ser obedecer a Dios en lo que Él nos manda hacer.

            ¿Es así como nos estamos deleitando?
Salir a cosechar es un deleite, no un sacrificio. Fuimos creados para deleitarnos en Cristo, haciendo la voluntad de Dios. Hacer la voluntad de Dios y completar Su obra. Cristo aún en el sufrimiento y en la agonía de la muerte se deleitó, porque estaba cumpliendo la voluntad de Dios.

            ¿Por qué necesitamos misioneros?
Porque nosotros no nos estamos deleitando en hacer la voluntad y cumplir la voluntad de Dios. Por tanto,

3. El deleite conlleva completar la obra de Dios.

            Este es un deleite constante, que no acaba. Nuestro deleite como cristianos debe ser que otros conozcan a Cristo a través de nosotros.

Juan 4:35

            “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega”.

            Cristo es el Señor de nuestra vida, por tanto, tiene que ser nuestro deleite. No hay nada mejor que el Señor Jesucristo. Por eso hermanos, que nuestro deleite sea siempre glorificarlo.

Rvdo. Alejandro Lara

Apuntes: Claudia Guiñez

Juan 15:10-15

“Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido. Éste es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer”.

            Cristo nos llama a permanecer en Su amor, pero este permanecer trae implícita la palabra obediencia. La obediencia puede ser ilustrada como pequeñas piedrecitas en nuestro camino. Hace que nos detengamos en nuestra vida y nos tomemos un momento para considerar lo que nuestro Señor nos pide. Tenemos que detenernos en nuestro caminar, reflexionar si estamos obedeciendo o no.
Muchas veces pensamos que la desobediencia no tiene consecuencias, pero sí las tiene, afecta directamente nuestra relación con Dios. La vida abundante que Él nos prometió, tiene mucho que ver con la forma en que le demostramos nuestro amor a Cristo a través de nuestra obediencia.
Debemos preguntarnos porqué no le obedecemos al Señor, si Él nos ha amado tanto, si nos creó y por lo tanto nos conoce tan bien. ¿Por qué no queremos entregar nuestra vida a Dios?

Santiago 4:7-8

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones”.

            No nos sometemos a Dios por nuestra propia falta de confianza. Muchas veces las personas queremos tener una seguridad absoluta de las cosas, parece ser parte de nuestra naturaleza humana. Nuestra naturaleza corrupta nos hace dudar, antes que tener una confianza absoluta en Dios. Para alcanzar esa confianza, debemos cultivar nuestra intimidad con Dios.
Cuando no vemos con claridad lo que nos pide Dios y optamos por un camino alternativo, siguiendo nuestro propio juicio, todo se puede transformar en un desastre. Un ejemplo de esto es lo que acontece actualmente en nuestro país con los incendios forestales. Lamentablemente un turista extranjero, habiendo leído un cartel que señalaba claramente que no podía quemar su basura, optó por la otra alternativa (claramente equivocada), y siguiendo su propio juicio, provocó un incendió de enorme magnitud que consumió miles de hectáreas de bosques nacionales. Nosotros solemos actuar de esta manera, aunque las consecuencias de nuestra desobediencia no tengan alcances a nivel nacional.



            La obediencia también implica testificar acerca de quiénes somos y de Dios.

Mateo 26:58

“Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin”.

            ¿Por qué Pedro no pudo testificar con el valor que se requería?
Su obediencia fue puesta a prueba, y su falta de confianza fue demostrada en su accionar.

            El Señor quiere ver cuánto le amamos y que alcancemos la madurez. ¿Cuándo somos realmente maduros?

Santiago 3:1-2

“Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo”.

            De nuestra boca debe salir palabra de Dios. Si somos capaces de controlarnos y con nuestro hablar demostrar nuestro amor a los demás, estamos demostrando nuestro amor a Dios. Por tanto, la obediencia es despojarse del lastre y avanzar a la madurez que Dios espera. Es algo que se trabaja día a día, algo a lo que se le da forma. Nosotros tenemos que acercarnos con confianza a Dios para que Él nos de forma. Por tanto, hermanos, oremos los unos por los otros para permanecer en obediencia a nuestro Señor. De esta forma nos estaremos amando los unos a los otros y a Él por sobre todas las cosas.

Rvdo. Alejandro Lara

Apuntes: Claudia Guiñez



Esta fecha nos recuerda la idea del palimpsesto, el palimpsesto corresponde a los papiros que una vez habiendo sido escritos, debían borrarse y reescribirse, ya que en ese entonces no contábamos con la industria del papel, como hoy en día; lo interesante es que si bien se borraban, quedaban las huellas de lo que se había escrito anteriormente. Es la idea de lo que sucede con el año nuevo, hacemos “borrón y cuenta nueva”, pero quedan las marcas de lo anterior. Tenemos una nueva oportunidad de escribir nuestra historia, pero ¿cómo va a ser esta historia? ¿Será igual que el año pasado? A esto debemos estar atentos.
            Al frente vemos la imagen de un atleta que va traspasando un umbral y dejando atrás ciertas cosas (estrés, frustración, etc.).
Filipenses 3:12-14(NTV)
            Previo a estos versículos, Pablo habla de momentos de cambio, de renovar algunas cosas, hay colaboradores con quiénes ya no seguirá trabajando y si bien quiere estar con los filipenses, debe hacerlo cuando Dios quiera.
            A veces pareciera que Pablo se muestra jactancioso de sí mismo, él da cuenta de características propias de la cultura de Israel, con las cuales el cumplía a la perfección. Si había alguien que era respetuoso de la ley, ese era Pablo, si había alguien que tenía numerosos títulos, ese era Pablo. Sin embargo, lo importante es que una vez que ha expuesto esto, Pablo estima todo aquello por lo cual podría considerárselo perfecto, como basura y pérdida. Es Cristo quién nos hace ser personas, no los títulos. Aunque Pablo presenta todo esto, dice que no ha alcanzado nada aún sigue siendo un “don nadie”.
Entonces, prosigo la meta
1-      Porque aún nos falta avanzar
12. No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo.

            Todo aquello que hacía Pablo, hacía parecer que era perfecto, sin embargo él dice que no ha logrado nada, que todo lo que ha conseguido es basura.     Tal como sucede al momento de preparar una carrera, la preparación comienza semanas antes, saliendo a trotar, haciendo trabajo de pesas, elongación, etc. Aunque no es hasta la carrera cuando se sabe si toda esta preparación servirá o no. Pablo, entonces insiste en que no quiere decir que haya alcanzado la perfección, él estima todo aquello como perdida de tiempo.
            ¿Cuánto hemos perdido el tiempo, preparando la carrera? ¿Cuánto hemos estado levantando pesas, elongando y dando vueltas por fuera?
            Nosotros no hemos alcanzado nada por nuestra fuerza, pero Pablo nos dice Sigo adelante. Aún nos falta por avanzar, no hemos terminado nada, a pesar del 2012, del “fin del mundo”, de los cambios de calendario y de las dificultades que vendrán, sigo adelante, porque aún queda por avanzar.

2-      Totalmente mentalizado en la carrera
13. No, amados hermanos, no lo he logrado, pero me concentro sólo en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así
            En esta carrera aún nos queda mucho por recorrer, si el Señor viniera hoy en la noche, seguimos avanzando hasta ese momento, si viniera este año, también tenemos que seguir corriendo y avanzando. Tal cual como hoy en día los atletas corren y utilizan únicamente unos trajes de látex, o se depilan, para evitar que el bello corporal o que la ropa produzca resistencia al momento que van corriendo. Debemos despejarnos para ir más rápido y que estas cosas no nos hagan resistencia.
            Estamos en una carrera desde que conocimos a Cristo y lo recibimos como nuestro Señor y Salvador, y desde ese momento debemos enfocarnos en la meta de nuestra carrera que es Cristo, si bien, muchas veces nos desenfocamos, sin importar cuán larga sea, hay que recordar que esta tiene un inicio, un enfoque y un final.
            En una de las últimas competencias Usain Bolt, fue descalificado por cometer una salida falsa, se desenfocó al principio de la carrera y esto tuvo sus consecuencias. De igual modo, nos puede ocurrir a nosotros, debemos seguir como los atletas, muchos de ellos saben que no serán los mejores, pero aún así se concentran y están focalizados en cumplir el objetivo, les dan agua incluso comida y ellos no paran, y siguen focalizados en la meta.
            Debemos recordar que hemos sido traídos por Cristo y no por humanos, es él quién nos permitirá correr la carrera y llegar a la meta por medio de él. Por eso Pablo dice: sigo adelante, pero me concentro sólo en esto.
 El 2012 es una nueva carrera, concentrémonos en esto.
            -¿Cómo?
            Olvidando el pasado y fijando la mirada en lo que tengo por delante. Hay muchas cosas que traemos desde atrás, pensamientos, situaciones vividas, relaciones, etc. Pero hay que olvidar estas cosas para que no nos frenen, hacerlas a un lado, es como si pudiéramos sacar estas cosas de nuestro cerebro, tal como debemos hacer con un computador cuando tiene virus y es formateado.     Habrán marcas del pasado como en el palimpsesto, pero ya no les tomo atención, ya no son obstáculos.
            -¿Tiene alguna herida, algún pensamiento?
            Sáquelo de usted. La forma es con Cristo el vendrá y sanará estas heridas, para poner la mira hacia delante. Las circunstancias de la vida, no están por sobre la meta que es Cristo, nos cuesta seguir la carrera porque fijamos la mirada en los obstáculos y no en Cristo. 
3-      Para recibir el premio de Dios
14. avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús.
            Avanzo independiente de todo, porque él me llamó y me llevará a la meta. Depende de la relación que tenemos con Cristo, dependiendo de eso uno estará feliz siguiéndolo.
            Ya muchos llegaron a la meta, y es un misterio, pero nosotros también llegaremos y vamos a recibir el premio sin merecerlo, tenemos entendida la idea de premio, como el regalo por algo merecido, pero este premio es sólo por gracia. Estar con Cristo en la vida eterna, es como un regalo de cumpleaños y Cristo es el animador, nos premia con alegría y gozo.
            Cuando la carrera es con obstáculos hay que proseguir igual. Este año van a haber obstáculos pero debemos estar focalizados en la meta, en el gozo, porque Cristo nos lleva ahí.  Él sabe como vamos a escribir esta historia, aún cuando no sabemos nada. Si nos focalizamos sabremos que nos llenará el alma de gozo.

Rvdo. Alejandro Lara

Apuntes: Rayen Gajardo