Una confesión necesaria
Nehemías 9.
La desobediencia es una característica típica de
nosotros. No somos fieles a Dios y si no nos toma de la mano
difícilmente lo vamos a seguir.
En Nehemías 9:3 Leyeron la Ley de Jehová y confesaron.
Una vez en la Universidad de Kansas, un grupo de personas
oraron e hicieron vigilias para quebrantar los corazones de estudiantes
(de Filosofía, Historia, etc…). La vigilia estuvo dispuesta para que
durar una noche, y finalmente tuvo una duración de 7 días. Sucedido
esto, los resultados fueron notorios y se manifestaron en un
quebrantamiento sincero de numerosos estudiantes.
Revisar: 2 Crónicas 7:14
Es muy común ver a los niños cuando son chiquititos que
cuando quieren cruzar la calle, tiran y tiran y aún cuando son pequeños
uno siente el tirón. Nosotros hacemos lo mismo, y Dios nos sujeta firme
como un Padre.
De esta forma, muchas veces pensamos que cuando Dios nos
pone en orden vamos a tener paz inmediatamente, pero Dios nos confronta
con lo que quiere ordenar en nuestras vidas “Antes de la caída viene la
altivez”.
Revisar: Nehemías 9:5
Los Humanos creemos que Dios puede perdonar nuestros
pecados, pero muchas veces olvidamos lo que puede hacer con nosotros a
futuro. No es agradable ver cómo estaba nuestra vida, tendemos a creer
que “de la muerte hay seguridad y no de la salvación. Lo que es mentira.
Jesucristo dice: Misericordia quiero, porque Él es misericordia.
La traducción de misericordia alude a “darse cuenta del dolor y
descargarlo de esto”. El Señor es Dios, no un psicólogo, él puede con
este peso.
A menudo nos cuesta ver los tesoros que Dios pone en
nuestros corazones. Lo primero que tenemos que hacer al acercarnos es
reconocer y dejarnos moldear como la greda.
Cuando nos equivocamos sabemos que Dios sabe que nos equivocamos,
como un niño al hacer alguna maldad, sabe lo que ha hecho y se esconde.
Dios reconstruirá a su pueblo a través de quienes creen
en él. A través de la desobediencia vienen las condolencias. Dios
muestra tan sutilmente cómo nos acompaña. Como cuando pasaron por el
desierto y sus zapatos ni su ropa no se gastaron. Y aún así de todo lo
que Dios nos da en un segundo pasamos a hacer abominaciones. No sé qué
piensan ustedes, pero creo que es mejor que el Espíritu Santo con su
misericordia nos convenza o que al pecar nos exhorte un cristiano,
antes que lo haga un no creyente, porque esa sensación es aún más
dolorosa.
Es cansador confesarse, pero al hacerlo uno reconoce cómo
es Él, pues desde que Cristo nos compró con su sangre, somos templos
del Espíritu Santo. Es mejor confesar a Dios en qué estamos complicados
antes que venga el quebrantamiento. Somos ciudadanos de otro lugar y en
este mundo tendremos aflicciones, Dios no miente, y en estas aflicciones
Él nos ayuda.
No sacamos nada con tener una ciudad nueva si quienes
habitamos no somos dignos de ella. Y así como el pueblo confesó sus
pecados, necesitamos confesar los pecados que aún faltan por confesar,
tal como en Nehemías confesaron todos sus pecados, incluso aquellos
pecados que cometieron sus padres y antepasados.
Pbro. Juan Carlos Lorca
Apuntes: Rayen Gajardo
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